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Es argentina y colecciona desde tarjetas de crédito hasta licencias de conducir y va por el récord Guinness

Psicóloga mediante, ahora Bernarda Cousillas le dice al mundo, orgullosa y sin ningún tipo de vergüenza, que colecciona tarjetas plásticas y que no va a parar hasta tener el récord e ingresar al Libro Guinness. "Me inscribí hace un tiempo y estoy trabajando duro para conseguirlo", comenta con entusiasmo a iProfesional. "Sé que son unas 1600 la colección más grande y la realidad es que no estoy tan lejos", confiesa la joven pergaminense.

Para algunos será una locura, pero para ella, en todo caso, es un motivo de felicidad. Es que Cousillas, gracias a su psicóloga, entendió que su pasión por las tarjetas plásticas iba más allá del simple objeto. Cada una de ellas, dice, es prueba tangible del cariño y la consideración de quienes se las regalaron.

"Saber que alguien pensó en mí al elegir darme su tarjeta y que además, porque algunas son tarjetas de crédito o documentos personales, confió en mí. Todo esto me llena de una profunda alegría, cada una llegó a mí como un regalo, un gesto de cariño y aprecio que me llena de emoción", expresa con una sonrisa indisimulable.

A diferencia de los coleccionistas tradicionales, Bernarda no busca necesariamente tarjetas raras o costosas. Su pasión reside en el valor sentimental que cada una de ellas guarda. "Detrás de cada una hay una historia por contar", explica con entusiasmo.

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La colección de Bernarda no deja de crecer. La última vez que las contó, tenía 1.100 tarjetas. Sin embargo, gracias a la visibilidad que ganó en las redes sociales, nuevas tarjetas llegan a sus manos cada día, calcula que ahora debe tener alrededor de 1.400 tarjetas.

"Es increíble la cantidad de personas que me llaman de todo el país para hacerme llegar sus tarjetas y apoyan mi sueño", afirma con emoción.

Todas son tarjetas que, para la mayoría, pasan desapercibidas o terminan en un tacho de basura cuando caducan: licencias de conducir, documentos de identidad, tarjetas de crédito, de juegos electrónicos, de transporte, gift cards, credenciales de seguros de salud, tarjetas de teléfono, tarjetas llave de hoteles, y un sinfín de otras que conforman nuestra vida cotidiana. El único requisito que deben tener avisa, es que sean plásticas porque de esa manara, además, aporta su granito de arena al cuidado del medioambiente.

"La primera tarjeta de mi colección es de pulso y tiene un dibujo de Blancanieves. La compró mi papá en un viaje que hicimos juntos a Buenos Aires para llamar por teléfono a mi mamá que se había quedado en Pergamino. Yo tenía 6 años y desde entonces se convirtieron en mi gran pasión y mi orgullo.", cuenta conmovida por el recuerdo.

Hasta este año, Bernarda solo compartía su tesoro con su círculo más cercano. Reconoce que solían tildarla de 'la loca linda' por su pasión por las tarjetas, pero fue su prima la que insistió y la animó a que saliera a mostrar su colección al mundo y lo hizo con un video en TikTok.

"Estoy recontra sacada porque además me encontré con un montón de gente que comparten mi pasión. Solo un coleccionista puede entender esa emoción y esa alegría que nos genera determinado objeto", explica.

De coleccionar a escondidas pasó a buscar el récord Guinness

Ahora no solo disfruta de su colección en privado, sino que también la comparte con otros coleccionistas. En octubre viajará a Chivilcoy a un evento organizado por una asociación de coleccionistas donde ya le avisaron que le van a guardar tarjetas y ella llevará su stock de tarjetas repetidas y otras cosas para intercambiar. "Porque claro, tengo el hábito latente de guardar cosas", detalla.

Así fue como hace dos semanas intercambió una colección de envoltorios de alfajores que también venía guardando desde hacía años por una colección de tarjetas de pulso italianas. Aunque su gran amor son las tarjetas plásticas, también colecciona individuales de papel de los restaurantes, stickers de frutas y gomas con formas, entre otros objetos; siempre regalados porque comprar lotes, dice, no tiene gracia.

Su sueño más anhelado es ingresar al Libro Guinness de los Récords y con unas 3.000 tarjetas más podría conseguirlo

Con esta presentación en sociedad, Bernarda nos recuerdan que el verdadero tesoro reside en los vínculos y los gestos de empatía y de cariño, pero también nos invita a ser parte de su sueño de alcanzar el récord e ingresar al Libro Guinness.

Recientemente, otro coleccionista le envió su colección completa de tarjetas llaves de hotel y con ellas, según sus cálculos, no le falta mucho. ¿La ayudamos?: Para saber cómo hacer llegar tus tarjetas plásticas, podés contactarla a través de sus redes sociales (@coleccionista.de.tarjetas), ella estará encantada.